Stalin by Ian Grey

Stalin by Ian Grey

autor:Ian Grey
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Memorias
publicado: 1979-08-09T22:00:00+00:00


El terror

El asesinato de Kirov abrió un capítulo tenebroso y terrible en el mandato de Stalin. Al igual que la campaña de colectivización, el terror alcanzó por sí mismo un ímpetu frenético. Todos los órganos de gobierno y todos los segmentos de la sociedad fueron alcanzados por la vorágine. Stalin desentrañó el partido, depuró todos los organismos gubernamentales y agobió al pueblo. Las detenciones se contaban por millones. Pocos de los que fueron ejecutados o condenados a trabajos forzados eran culpables de delito alguno. Durante cuatro años el terror continuó con pleno vigor.

Al lanzar esta campaña de terror y permitir que llegara a tales extremos, Stalin no actuaba por crueldad o por ansia de poder, sino por la convicción de que toda oposición potencial o real —lo que para él equivalía a traición— debía ser erradicada y destruida. Era una época de crisis, la guerra amenazaba y era necesario actuar inexorablemente. Había que asegurar que el partido fuera una organización monolítica, fuerte-mente consolidada, capaz, bajo su liderazgo, de hacer frente a cualquier desafío y de conseguir una Rusia fuerte y socialista. Estaba completa-mente decidido a alcanzar estos objetivos que acaparaban su atención. Al mismo tiempo aumentaba su paranoia respecto a su papel de líder, de hombre que pasaría a la historia por estar destinado a llevar a Rusia a esas metas[CXXVI].

Otro factor que pudo influir en la decisión de Stalin de desatar el terror fue su estudio de la historia. Leía mucho y conocía al detalle la historia rusa, particularmente los reinados de Iván el Terrible y de Pedro el Grande. El zar Iván se había destacado por el uso del terror y por los oprichnikis, funcionarios responsables de su seguridad. Iván veía sus deberes de autócrata en los términos expresados por «Ivashka, hijo de Semeon Peresvetov», que escribió sus opiniones y propuestas políticas en su Gran petición, que con gran atrevimiento presentó al zar. Peresvetov planteaba la necesidad de un gobernante autocrático y fuerte, de la centralización del poder y de la creación de un ejército permanente. Dos temas reiterados en su petición eran la importancia de la justicia y la igualdad de todos los súbditos del zar. Su ideal de la justicia era cruel, pero se acomodaba a las ideas de Iván, y desde luego a las costumbres de la época. «No puede haber un gobernante sin terror —escribió—; como un corcel sin brida montado por un jinete, así es un reino sin terror.»[CXXVII]

Los autócratas, Iván el Terrible y Pedro el Grande, eran los precursores en los que se inspiraba directamente Stalin. Eran parte de la tradición rusa. Lenin invocó su ejemplo cuando desencadenó el terror rojo, creó los campos de trabajos forzados y exigió la supresión inexorable de toda oposición. Tanto Iván como Pedro habían dedicado sus energías a transformar a Rusia en un país fuerte y avanzado, y no habían dudado en ejercer el poder inflexiblemente para conseguirlo. Lo que ellos habían hecho en la época feudal, Stalin lo haría en la avanzada época socialista del siglo XX.



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